Julio De La Rosa
PEAJE
$37.000
«No te puedo sacar de mi cabeza. Vuelve. Vuelve a pasar, por favor. Tengo que estar enamorado todo el tiempo, ya lo sabes: es eso o la muerte. Y esta vez te ha tocado a ti. Así que pasa por mi garita, por dios. Te veo pasar todas las mañanas, y preferiría que tuvieras un coche gris, blanco, azul. Pero no. Lo tuviste que comprar amarillo para hacer sufrir al pardillo del peaje». A Julio de la Rosa no le bastaba con escribir algunas de las mejores letras contemporáneas de la música española. En su primera novela, Peaje, demuestra una extraña madurez literaria, una mirada muy personal y un manejo del monólogo interior que recuerda a la crudeza y la profundidad del mejor Salinger. El protagonista trabaja como cobrador en la cabina del peaje de una autopista. Desde allí mata el tiempo inventando las vidas de los conductores, pero también, y en otro plano, seduciendo y acostándose con Sonia, su supervisora. Poco a poco, la distancia entre la ficción y la realidad irá acortándose hasta tal punto que será difícil separarlas.A Julio de la Rosa no le bastaba con escribir algunas de las mejores letras contemporáneas de la música española. En su primera novela, Peaje, demuestra una extraña madurez literaria, una mirada muy personal y un manejo del monólogo interior que recuerda a la crudeza y la profundidad del mejor Salinger. El protagonista trabaja como cobrador en la cabina del peaje de una autopista. Desde allí mata el tiempo inventando las vidas de los conductores, pero también, y en otro plano, seduciendo y acostándose con Sonia, su supervisora. Poco a poco, la distancia entre la ficción y la realidad irá acortándose hasta tal punto que será difícil separarlas.En su primera novela, Peaje, demuestra una extraña madurez literaria, una mirada muy personal y un manejo del monólogo interior que recuerda a la crudeza y la profundidad del mejor Salinger. El protagonista trabaja como cobrador en la cabina del peaje de una autopista. Desde allí mata el tiempo inventando las vidas de los conductores, pero también, y en otro plano, seduciendo y acostándose con Sonia, su supervisora. Poco a poco, la distancia entre la ficción y la realidad irá acortándose hasta tal punto que será difícil separarlas.